LA CUEVA PERDIDA DE EL ALTILTE

Cuando iniciamos nuestras expediciones a El Altilte (área cercana a La Concha, Subterráneos 1 y 2), no faltó quien nos hablara de una de esas cavernas fabricadas por la imaginación. Esa supuesta "gran cueva" cercana a un lago, por cierto tenía una especie de escalera de caracol que conducía a un río subterráneo. A un cierto punto era necesario atravesar el río sobre un tronco de árbol para continuar luego, kilómetro tras kilómetro, hasta llegar a las faldas del Nevado de Colima. Entendiendo, sin embargo, que la existencia una cueva parecida era por demás remota (y dado que, según nosotros, teníamos el área ya completamente identificada), decidimos enfocar nuestra atención en la búsqueda del lago, aunque, dado que nadie logró darnos información sobre su ubicación, también de éste perdimos la esperanza.

Recientemente, sin embargo, regresamos al área, y sólo entonces se nos ocurrió entrar a La Concha con el fin de solicitar de nuevo información sobre el famoso lago. Decidimos ir nada menos que a la residencia oficial del jefe local de la policía, quien resultó una persona por demás amable y también un amante de las actividades al aire libre. Obviamente, él conocía muy bien el área en cuestión, y conocía... sí: el lago, cerca del cual había... sí: una enigmática cueva. Y para mayor sorpresa nuestra, tenía fotos de los dos lugares.

No se dijo más y, siguiendo sus instrucciones para llegar allí, de pronto teníamos frente a nosotros el lago; y aunque éste es pequeño, es también muy hermoso, todo rodeado de tules, de árboles muy frondosos (tamarindos, muchos de ellos) y de distintos tipos de plantas que parecen estar siempre en flor. Las mariposas y libélulas que hacen aún más bello este pequeño paraíso parecen estar más preocupadas de no olvidar ninguna de las flores que de los humanos que puedan atravesarse en su camino. De hecho, alguna mariposa podría venir a posarse en la mano de alguien que se lo solicite. Este lago está formado por agua de manantiales, y el favorito de todos -incluso de algunos pececitos y de chacales que siempre están curiosos de los pies de los humanos- es uno de agua tibia. Sí, fue fabuloso descubrir que sí existía. Y esa noticia iba también a ser muy importante sobre todo para Claudio, pues él siempre está peleando porque haya agua a donde vamos... Si no un "jíu" ("río" en portugués, ¿qué más?) por lo menos "algo" parecido, ¡y esto lo iba más que a complacer!

Ese día también, un lugareño de nombre Juan, nos informó que él conocía la cueva y amablemente nos ofreció llevarnos allí. Dado, sin embargo, que era ya prácticamente hora de regresar a Guadalajara, decidimos ir sólo a identificar la entrada, aunque a fin de cuentas decidí quedarme yo meciéndome en la hamaca y seguir embelesándome con el paisaje que ofrecía el lago mientras John y Rojas siguieron a Juan. Cuando regresaron, mi primera pegunta fue sobre la famosa escalera de caracol y, por supuesto, la respuesta fue negativa.

Dos semanas después estábamos de nuevo ahí con Rojas y Vicente, esta vez para comenzar la exploración de la caverna, y varias veces más con Claudio, Chris y Nani.

La entrada a la cueva es una oquedad en la pared del monte que está justo a un ladito del lago. Susi en la entrada C.AltilteA este cerro, como a los otros cerritos adyacentes, se les continúa explotando el material del que están hechos: el mármol. Subiendo un poco se llega a una área muy plana, desde la cual se tiene una vista maravillosa del valle y de las montañas cercanas a la costa. La entrada es bastante bajita y ésta conduce a un declive de algunos metros, entre rocas bastante resbaladizas. Se llega luego a una pequeña explanada, y desde allí puede admirarse el gran salón (al que John llama Studio One) constituido por hermosísimas paredes con colores que parecen tomados de una pintura de Miguel Angel. Como es una cueva viva, el agua que moja muchas de las secciones, hace que esos colores sean aún más brillantes.

De los pasajes que encontramos, el que más llamó la atención a los escaladores (Chris, Rojas y Vicente) fue uno en donde hay que hacer una subida entre piedras cubiertas, por supuesto, de lodo y guano. Y mientras ellos se divertían librando todo tipo de obstáculos (entre ellos conectar cuerdas para que John y a Claudio pudieran también subir) yo me dedicaba a buscar otros pasajes y a observar los distintos tipo de murciélagos que ahí habitan.Susy in C. Altilte Además de murciélagos, en algún rincón se verá algún tímido canclo o alguna araña; y luego de observar en el suelo la cantidad bastante considerable de un tipo ciempiés balnquecino, tuve que preguntar a mis compañeros si entre el pasaje que exploraban allá arriba había más de esas criaturas nada agradables (para mí, por lo menos). Cuando la respuesta que se me dio fue no sólo que sí sino que había más allí que abajo, simplemente decidí que no los seguiría. Sí, soy bien rajona... y cómo no lo iba a hacer cuando escuché de John esta descripción relacionada con ese pasaje: "Era mucho muy caliente y saturado de vapor en ese pasaje largo y bajísimo en donde se empañaban siempre mis lentes, y en el que había que arrastrarse entre guano lodoso lleno de esos gusanos. Que eran inofensivos, como lo aseguraba Rojas, podría ser, pero no fue fácil decidir continuar". Tampoco me animé a seguirlos al otro pasaje también largo que hay abajo debido a lo mismo (¡no, señor!).

En ese primer viaje, con José Luis Zavala, descubrimos también la manera de subir al Cerro de los Petroglifos, en donde encontramos más de esas inscripciones realizadas por nuestros antepasados.

Hasta este momento no hemos terminado de explorar y medir la cueva, pero puede ser que cuando regresemos de Arabia Saudita (en 1999) quienes se quedan del grupo habrán terminado ese trabajo... Ahora que eso de que llegue hasta el Nevado... pues ya nos dirán qué tan cierto fue.

Sería agradable también escuchar que los trabajos de explotación de mármol dejaron de realizarse, pues ha sido incluso traumante observar en cada una de nuestras visitas cómo han ido carcomiendo los marmoleros esos hermosos cerritos, y con ello han ido también destruyendo el habitat de la fauna que un día encontró ahí un hogar al cual tenían derecho.Final

Por Susana Pint, Photos por John Pint


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